sábado, 12 de enero de 2008

La actitud y el progreso

Es primordialmente la actitud de la gente lo que determina el nivel de progreso o miseria de su comunidad, aún por encima de la disponibilidad de recursos. Esto porque es precisamente la habilidad humana de convertir la carencia en abundancia la mayor fuente de éxito de nuestra especie. En cambio, cuando la actitud mediocre abunda, el despilfarro y la devastación son el denominador común.

Una comunidad con progreso se puede distinguir entonces por la intención y la capacidad de sus miembros para engendrar oportunidades y alternativas para la libertad propia y la de los demás. Bajo este concepto, quizás el indicador más importante de progreso es la disponibilidad de herramientas libres para que los miembros logren forjar su autonomía e identidad (su libertad). Herramientas como el acceso libre al conocimiento, servicios de salud gratuitos y subsidio al emprendimiento son generadores de progreso. Consecuentemente, Las cosas que afectan la actitud de un individuo, afectan inevitablemente el nivel de progreso de la comunidad.

La actitud humana es mayormente influenciada por la percepción y concepción de cada individuo. Un efecto paradójico que lo ejemplifica es la profecía auto-cumplida. Si un individuo tiene una percepción negativa de su entorno, él mismo aporta con su comportamiento a que su entorno sea tan negativo como él lo imagina. Su comportamiento influye puede influir en el comportamiento de otros, multiplicando y perpetuando así el error. Similarmente, la propaganda es usada para manipular el comportamiento humano, como lo explica el genio de la propaganda nazi Joseph Goebbels: “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. No sorprende entonces que hoy en día la actitud mediocre esté masificada, dado que el mensaje más divulgado por los medios de comunicación es la consigna clásica del consumismo: “haga su vida más fácil y placentera”.

Como resultado, el hombre mediocre se esfuerza por tener cada vez más haciendo cada vez menos. Desarrolla aversión al esfuerzo, preferencia por el entretenimiento en su tiempo libre y gran dependencia sobre las cosas que posee. Sus pertenencias empiezan a cobrar más valor que sus propias capacidades. El efecto del valor del tener sobre el del ser.

Podemos esperar entonces que la miseria se perpetúe, a menos que contrarrestemos el infortunio con la unión y fomento de los hombres excepcionales por dentro de la sociedad (aquellos que se esfuerzan por hacer cada vez más aunque tengan menos) y el cambio masivo del discurso hacia el concepto correcto del progreso y la libertad.